viernes, 12 de abril de 2013

Senectud y Espiritualidad


Esta reflexión que voy a compartir con vosotros, parte de mí misma, con 50 años de edad, y añado citas textuales que la psicóloga Marie de Hennezel, de quién ya os hablé, al comentar su libro: “La suerte de envejecer bien”, en mi blog: el día (18/12/12), en que también habla de esta etapa de la vida, en la que podemos aprender muchísimo de nosotros y de la vida.

Para mí, la meditación es un alimento, la quietud, la contemplación, el silencio, nutrición y agradecimiento porque tras muchos años siempre me ha ayudado a entenderme y a vivir mejor la vida, y continuo aprendiendo a “sacar mejor partido de la vida momento a momento”.

Creo sinceramente, que sería muy positivo para las “personas mayores”, que viven en residencias, centros de día, en sus casas o en hospitales, que tuvieran la oportunidad por parte del profesional (que también lpracticara la relajación, o gimnasias suaves, o la meditación), que enseñaran, este arte, porque es un ARTE, el conocer tu cuerpo, tu respiración, sólo con la respiración con el control de ella, puedes aprender a calmarte en momentos de nerviosiosismo, ansiedad, (menos pastillas calmantes tomarían muchos abuelos…), (claro está que a la industria farmacéutica no le gustaría tanto!!!).

Respirar profundamente es una gimnasia que abre la posibilidad a VER la vida, no solamente desde el lado del (ay! Cuanto he sufrido!...), expresión muy, muy repetida por la gran mayoría de las personas mayores, sino DARSE UNA OPORTUNIDAD, de Sentirse más en PAZ con la vida y con uno mismo/a.

No digo que sea fácil, no hay nada fácil en la vida.. pero desde mi experiencia vital…abogo por este ejercicio de la mirada, del sentir, del vivir con más plenitud, en todos los años de nuestra vida. Y como cita Marie de Hennezel, hay personas mayores, que también ejercitan esta actividad más contemplativa que les lleva a sentirse satisfechas de esta etapa de (70, 80 o 100 años)...

Cuando hablo de espiritualidad, no hablo de religión, cuando me refiero a espiritualidad, hablo de esa experiencia que trasciende al yo pequeñito. Ejemplo: en lugar de estar siempre quejándote porque hoy no hace sol, Hoy que no ha salido el sol, RESPIRAR PROFUNDAMENTE a la mañana y sentir y agradecer que estoy viva, que puedo respirar,  ver que la mañana es más que el sol, es ver, que la gente sale a pasear, que –me siento contenta con mis… 78 años, 80 o 90.. porque aunque puedo caminar poquito, puedo ver o sentir el día, viene mi vecina a hablar conmigo y todavía puedo transmitir mi alegría a mis nietos cuando vienen a verme…y puedo quedarme en silencio y escucharlo, y puedo escuchar las canciones que me gustan y aunque estoy una "poco sorda de oído", puedo estar junto a mis hijos, o contemplar la calle….y…. SUMO, SUMO, en lugar de restar (queja, lamento, tristeza, …).
Espiritualidad es sentir que todo lo que me rodea tiene y siento que tiene un sentido, que mi vida tiene un sentido, y lo agradezco, es sentir como mi respiración expande mi corazón, es sentir que estoy en paz conmigo misma y la vida.

Y creo que en la etapa que se llama técnicamente la 3ª o la 4ª y a partir de ella, la persona tiene algo ganado o bastante, menos movimiento físico, que le puede venir muy bien para PARAR y mirarse hacia dentro, para observar COMO RESPIRA, para VER SU MOMENTO de otra manera diferente….
Así como respira uno, así vive.
No voy a continuar más, sino que doy paso a Marie de Hennezel, y que en su libro: “La suerte de envejecer”, cita en la pág. 110: “Encuentro con ancianos excepcionales”, personas de 80, 90 y 100 años, que tienen una mirada muy diferente, una mirada que nos enseña a “todas las edades”.
 Benoîte Groult, dice: acabo de descubrir la poesía, que te induce a la meditación, que lleva a lo esencial. He descubierto la riqueza de los viajes interiores. Cuando estaba en plena actividad, la olvidaba. Ahora la saboreo”.
Henry Salvador, nos recuerda que la llave de la felicidad es saborear el presente, los buenos momentos, porque: -la vida es fabulosa!- Diríamos que la gente no se da cuenta, se queja sin cesar, refunfuña, gimotea, se deleita en sus desgracias. Yo no veo más que buenos momentos, los otros los olvido”.
Maurice Béjart, afirma a los 79 años que el hecho de envejecer no altera el aliento creativo y que aunque él no puede bailar, vive la danza a través de sus alumnos”.
Denise Desjardin, 83 años, recuerda que en la India dicen que hay algo en nosotros que continúa creciendo hasta el final, lo podríamos llamar un dios interior, el ser verdadero, etc. Algo nuestro de nuestro interior que permanece, que es inamovible. “
Robert Laffont, 93 años, nos habla del “-placer de contemplar su vida al revés-“. Si bien siente su cuerpo viejo, pesado, su espíritu se siente cada vez más liviano, relajado, sereno. Todavía aprende cosas de la vida, especialmente a “vibrar y comulgar con el mundo que lo rodea”.
Dos personas famosas y amigas de Marie a las que conoce su obra:
“sor Emmanuelle, religiosa casi centenaria, conocida en Francia por su trabajo de más de 20 años en los suburbios de El Cairo, para combatir la miseria y el analfabetismo.
Cita Marie: “-la conocí en un foro dedicado al amor. Nos habló del corazón del hombre. Lo comparó con un lago inmenso y profundo recubierto de hojas muertas. Las hojas de la tristeza y de la amargura.
Es del todo necesario, decía, romper esta corteza de tristeza, sumergirse en lo más profundo del lago, es decir, en lo más profundo de este corazón. Hay que tener la valentía de ir hasta el fondo de uno mismo, de beber en lo más profundo de uno mismo, repetía como para transmitirnos algo de su inmensa confianza en el hombre”.
Marie le preguntó a sor Emmanuelle, que le hablara acerca de la vejez, y ésta dijo: “ para mí la vejez es el período más hermoso de mi vida. Tengo la sensación de ser rica gracias a todos cuantos he conocido. Miles y miles de personas que me han enriquecido. De manera que tengo un hermoso capital y, me siento responsable de transmitir lo que he recibido”.
Alguna vez se siente sola, le pregunta Marie: Jamás!, mira Marie, yo creo profundamente en la presencia de un espíritu de amor que habita en nosotros. Es mi refugio; del que disfruto en cada momento.
Yo tengo dos recursos infinitos de alegría: Dios y el hombre. Cuando estoy sola, rezo. En mis oraciones tomo a todas las personas que están en mi corazón y hago un enorme ramo que ofrezco desde la mañana a la noche. Y digo a Dios: Bendice, a todos los que amo”. Estoy segura de que Dios me escucha, y los ayuda a conducir su vida”.
Marie le dice, “qué les diría a las personas que van a entrar en la 3ª edad y tienen miedo de envejecer”, y me respondió con fuerza y dulzura:
“No temáis! La vejez es como una culminación, llegar a una cima y con alegría observar todo lo que habéis vivido.
Vosotros también podéis irradiar a vuestro alrededor esta alegría. Nos volvemos viejos el día en que ya no creemos en el hombre y en el valor de cada uno, sea cual sea.
Sería necesario que los ancianos fueran conscientes de que su misión es amar. Sea cual sea el estado en el que envejezcamos, podemos
mirar, sonreir, tender la mano, bendecir. Y esto cambia la vida”.
Stéphane Hessel, amigo de Marie, gran humanista, hombre de compromiso político y de diálogo, con motivo de sus 83 años, escribió una antología. Escogió 88 poemas que evocan la muerte y comparte la emoción con el lector la emoción que le proporcionan estos textos.
“Me gustaría reintroducir la idea de la muerte. Mira, una de mis ventajas es que tengo una actitud muy positiva. Tengo ganas de morirme. No mañana, ni pasado mañana, pero tengo muchas ganas de que mi vida encuentre un final, y quisiera que este final llegara en un momento en el que estuviera lo menos disminuido posible.
Creo con firmeza que la muerte no es más que un tránsito, como el nacer”.
 
He aquí a dos personas muy ancianas. Dos personas diferentes, una creyente y la otra no. Con vidas distintas, pero que tienen en común, un compromiso fuerte con su opción de vida, una vitalidad, optimismo y una fe en la vida, así como una capacidad de alegría y vitalidad, que le dan un sentido último a la etapa de la vida, el de continuar enriqueciéndose afectiva y espiritualmente, y transmitir estos valores a los jóvenes.
Cita, Marie de Hennezel: “Después de haberlos conocido estamos convencidos de que podemos ser viejos conservando nuestra dignidad, sintiendo todavía momentos de alegría y felicidad, aprendiendo todavía de la vida".




                             Amanecer con nubes lenticulares en Tortosa (Cataluña)

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