viernes, 22 de febrero de 2013

Animadores.....


Abro un nuevo espacio para los profesionales de la salud y lo social, con la etiqueta  “animadores”,  en el sentido más amplio de la palabra, porque creo que cuando se “anima” desde el corazón, la animación es verdadera, y tanto la realiza, un-a  gerocult@r, animad@r social, trabajad@r social, educad@r social, enfermer@, médic@,... más allá de sus respectivos títulos.

Inicia este espacio una buena profesional:gerocultora y “animadora” por excelencia, como veremos a continuación. Ella misma nos contará lo que siente al respecto en su quehacer profesional cotidiano.

Le damos las gracias por su generosidad.


Mi nombre es María del Pilar  pero todos me llaman Pili.
Tengo 46 años  y llevo 23 años trabajando en el Hospital St. Jaume  d´Olot, curiosamente tenía 23 años cuando entré a trabajar. Empecé trabajando en el Geriátrico  y  luego estuve un tiempo en el turno de noche en Clínica, tiempo que me ayudó a valorar  mi vocación por los abuelos.
El amor por mi abuela Pura  (mujer de carácter,  muy licenciada en la universidad de la vida, que nos quería con pasión de abuela y nos dejó  un legado emocional incalculable),me da la energía y la fuerza para dar lo mejor de mí, a mis abuelos cada día.
Mi gran preocupación, cuando entré a trabajar era que me volviera insensible, y no me preocupara por las personas a las que cuido...y eso no ha ocurrido, porque siempre he visto mi profesión como la de “cuidadora” en el sentido amplio de la palabra, intentando ver mi trabajo como los “cuidados” que puedo ofrecer a los abuelos para que sus días sean más agradables.....
 


Me resulta fácil, atiendo a sus necesidades con cariño y respeto...
También participo en las actividades del centro, fiestas, encuentros, colonias...
Esta faceta extra, de mi jornada laboral me ayuda a verlos con otros ojos y ellos a mí.
 
El recuerdo de todos los años, de todo lo compartido, de lo mucho que he aprendido, de  todo el cariño recibido está lleno de miradas tiernas y dulces, sonrisas de complicidad que llenan de sentido mi día a día y compensan las dificultades que también las hay.
Cada abuelo es un mundo. Sus vivencias, sus recuerdos y su amor a la vida, a la família y amigos son el alimento del alma.
Cuando les aportas una música, una película, un puzzle, un paseíto al sol,  una lectura , un juego, un baile.......cada uno tiene su predilección para recordar tiempos pasados y/o evadirse del entorno, para mantener activa la mente y el cuerpo. Pero pocos son los que  se resisten a una carícia a una escucha activa, una mirada cómplice o una sonrisa...

“La risa es mi espada y la alegría mi escudo”.

En nuestras manos, como cuidadoras, está facilitarle esa carícia del alma, que a mi entender también es una necesidad vital.
 





                         Un hombre del pueblo de Neguá, en la Costa de Colombia,
                         pudo subir al alto cielo.


                         A la vuelta, contó. Dijo que había contemplado,
                         desde allá arriba, la vida humana.
                         Y dijo que somos como un mar de fueguitos.

                         El mundo es eso- reveló- Un montón de gente, 
                         un mar de fueguitos.

 

                         Cada persona brilla con luz propia
                         entre todas las demás.
                         No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos
                         grandes y fuegos de todos los colores.
                         Hay gente de fuego sereno, que ni se
                         entera del viento y gente de fuego loco,
                         que llena el aire de chispa.
                         Algunos fuegos, fuegos bobos,
                         no alumbran ni queman;
                         pero otros arden la vida
                         con tantas ganas que no
                         se puede mirarlos sin parpadear,
                         y quien no se acerca, se enciende.
 
                                                               Eduardo Galeano